Relevancia: Internacional
Clasificación: Inmaterial
Uno de los episodios históricos más comentados de la ensenada de San Simón es la famosa Batalla de Rande que se libró el 23 de octubre de 1702 entre las alianzas anglo-holandesa e hispano-francesa, durante la Guerra de Sucesión Española.
Desde hacía casi tres años el almirante Manuel Velasco Tejada había estado reuniendo en sus galeones anclados en el Puerto de Veracruz, oro, plata, pieles, cueros, plantas, animales exóticos, piezas de metales preciosos, joyas, alhajas y un sinfín de valiosos artículos expoliados a los pueblos indígenas que pagaban tributo al Rey de España a través de su recaudador de impuestos.
Se estima que el valor de lo embarcado superaba los 50.000 millones de euros al cambio actual, sin tener en cuenta que los funcionarios contadores únicamente inventariaban el 30% de la carga. Los galeones españoles portaron el mayor tesoro que jamás cruzara el Atlántico.
Como era de esperar esta colosal carga era objeto de ataques piratas y saqueos ya que de los 17 galeones sólo tres eran naves de guerra propiamente dichas, y tenía que escoltar aquella fortuna hasta el Viejo Mundo. Además, había soltado lastre dejando a las naves, en algunos casos, con menos de la mitad de sus cañones. Es por eso que Velasco recibió una escuadra francesa compuesta por 17 navíos, dirigida por Chateau-Renault, que se encargaría de despejar el camino.
Antes de su llegada a Vigo, en las Azores, un aviso informa a la flota hispano-francesa que la escuadra combinada anglo-holandesa, al mando de Sir George Rooke, tenía intención de atacar Cádiz. Una balandra de pesca portuguesa con base en Lisboa informó a la escuadra que frente a la ciudad de Ferrol estaba anclada una numerosa flota británica con órdenes de interceptar cualquier navío que intentase salir o arribar a dicho puerto. Así que, después de varias discusiones, se escogió la ría de Vigo como lugar de desembarque.
El 22 de septiembre entran en la ría los galeones y la flota de guerra. Se decide pedir, a la corona, un contador con autorización para fiscalizar la mercancía y cobrar el llamado quinto real, que supuso más de 20 millones de pesos en monedas, lingotes y objetos preciosos. La situación lo requería ya que los únicos puertos autorizados por la corona para comerciar con ultramar y recibir sus mercancías eran Cádiz o Sevilla.
Soldados, marinos y población civil, colaboraron en la descarga de los 14 galeones. Confiscaron 1000 carros de vacas a la plebe para hacerlas llegar a la corte y transportada a Santiago de Compostela, Lugo, Toledo, Valladolid y Madrid. El quinto real llegó a la corte madrileña el 30 de octubre, transportado en 300 carruajes rebosantes que pararon frente al Casón del Buen Retiro. Durante la travesía utilizaron más de 700 reses, que iban siendo reemplazadas a medida que se desplomaban por inanición.
Mientras tanto, en la ría, se intenta formar una defensa, pero el escaso tiempo hace que se monten unas milicias mal equipadas. Se restauran los fuertes de Rande y Corbeiro con cañones de los barcos y se cavan trincheras. En el estrecho, donde está actualmente el puente de Rande, se forma una barrera con cadenas, mástiles y vergas.
El Príncipe Barbazón, capitán general de Galicia, desplegó sus tropas terrestres en las baterías de la bahía, en total, eran 800 hombres en el bastión de Rande. En Vigo se atrincheraron casi 1.000 soldados: una mitad se ubicó en la pedanía de El Castro y la otra reforzó el fuerte de San Sebastián, situado donde está el actual ayuntamiento de Vigo.
El 22 de octubre de 1702, cuando se levantó la bruma, se divisó la enorme flota de Shovell y Rooke que constaba de 189 navíos y una fuerza de desembarco de 14.000 hombres, quedó anclada enfrente a la localidad de Cangas, justo en la entrada de la ría. En la madrugada del día 23 los soldados enemigos desembarcaron a ambos lados de la ría y a media mañana 2.500 habían acampado en la playa de Teis y otros tantos en el lado opuesto sin demasiada dificultad.
Por las dimensiones de la bahía la armada enemiga no podía meter todos los navíos así que se repartieron quedando una flota a la espera, fuera de ría, por si la armada hispano-francesa conseguía huir. Rooke, después de haber fracasado en Cádiz, esperaba una gran victoria y un colosal tesoro.
El Duque de Ormond desembarcó con 4.000 infantes, que en poco más de una hora arrasan a los defensores. Las milicias huyen y se toman prisioneros.
Aprovechando una fuerte ráfaga de viento, el Torbay, del capitán Hopsonn, rompe la cadena. Tras él, entran el resto de buques y comienza un intenso combate, a cañonazos sin posibilidad de maniobrar, en el fondo de la ría.
Unos luchan cuerpo a cuerpo, mientras la metralla barre las cubiertas. Otros ya sólo piensan en huir, a nado o en chalupas.
Chateau-Renault había consensuado con Manuel Velasco en quemar sus barcos y los galeones como mal menor para evitar que se llevasen la carga que quedaba e impedir el paso por los escombros generados. Así que no dudaron en dar la orden cuando los ingleses Monmouth, Grafton y Kent, todos armados con 70 cañones, se estaban aproximando peligrosamente a los galeones Santo Cristo de Maracaibo, San Diego de San Francisco Javier y Nuestra Señora del Rosario que todavía conservaban parte de su carga. Se extendió material inflamable por las cubiertas y aparejo y el contralmirante José Chacón en persona prendió fuego a la vela mayor de su nave, la Bufona. Al ver las intenciones del enemigo, Rooke se apresuró a señalar que parasen los disparos definitivamente y se intentase sofocar el fuego, principalmente de los últimos galeones de la línea: Santo Cristo de Maracaibo, San Diego de San Francisco Javier y Nuestra Señora del Rosario.
La batalla estaba perdida, ambos almirantes fueron apresados junto con miembros de su armada, otros huyeron, perecieron o se ahogaron en la bahía. La avaricia de por no perder los tesoros de los galeones hizo que muchos marineros se ahogasen agarrados a cofres y piedras preciosas.
Finalmente, la armada anglo-holandesa pudo capturar a estos galeones, pero solo dos de ellos llegarían a tierras inglesas ya que el Santo Cristo de Maracaibo encalló en las Islas Cíes junto a la costa sur de la isla de San Martiño.
La batalla de Rande se libró dentro del conflicto de sucesión de Carlos II donde tres naciones declararon la guerra a los borbones franceses. La carga portada por los galeones españoles era de suma importancia ya que financiarían las guerras posteriores.
Al ver la enorme flota de Shovell y Rooke, la mayoría de los efectivos españoles de la flota de Chateau-Renault huyó en botes hacia las poblaciones cercanas antes de que entrasen en la ría. La práctica totalidad de las bajas en el bando de la flota de la plata fueron francesas, principalmente aquellos empeñados en la defensa de los castillos de Rande y Corbeiro, pues los españoles, la mayoría voluntarios sin instrucción, desaparecieron entre huertos y pinares en cuanto oyeron el silbido del primer proyectil anglicano. En total unas ochocientas personas perecieron en la batalla.
La armada anglo-holandesa pudo capturar a los galeones Santo Cristo de Maracaibo, San Diego de San Francisco Javier y Nuestra Señora del Rosario, pero solo dos de ellos llegarían a tierras inglesas. Del primero los ingleses amasaron una suma de 15.000 libras y del segundo algo menos de la mitad, cantidades ambas que, una vez entregado a las tripulaciones su parte del botín, sirvieron a la corona inglesa para acuñar una serie de monedas conmemorativas de la batalla.
El tercer galeón, el Santo Cristo de Maracaibo, era remolcado por el Monmouth, pero a la altura de las Islas Cíes chocó contra un pedregal de la costa sur de la isla de San Martiño. Con la marea alta en el litoral, las dos naves estaban fuera de control y Jennings se adelantó a enviar más efectivos al Santo Cristo con objeto de asegurar el botín. Tras varios zarandeos, los dos cables que conectaban a ambos buques se rompieron y el Monmouth y el galeón quedaron separados.
Fueron a por la mercancía, todos los botes fueros arriados y casi 100 hombres llegaron a las inmediaciones del galeón y treparon por sus escalerillas. Descargaron apresuradamente y tiraban al mar todo lo que podían. El Santo Cristo se partió en dos y hacía agua por doquier. Los soldados, infantes de marina, oficiales y subalternos guardaban a puñados en los bolsillos lo que ofrecían las arquillas y las cajas hasta que finalmente se hundió. Rooke recolectó de sus hombres monedas y joyas por un total de 20.000 libras. El resto del cargamento, que algunos historiadores cifran de un millón de pesos, yace todavía en el lecho marino.
Los ingleses también se llevaron el Modere, Prompte y Tritón ya que ningún otro barco de guerra o galeón franco-español quedó a flote tras la refriega.
La Batalla de Rande se llevó por delante mil doscientos combatientes de la armada anglo-holandesa y en su afán por salvar los tesoros, casi 400 hombres de la flota invasora perecieron tras la batalla. Sólo el Santo Cristo se llevó 190 en su viaje al lecho marino. En el parte de la acción que redactó Jennings a Rooke, el capitán explica como todavía quedaban 70 braceros en su interior en el momento de irse a pique el galeón español, el resto sucumbió al oleaje y la avaricia, aspirados por el gigantesco remolino que provocó el galeón en su viaje a las profundidades.
Redondela es un municipio de la provincia de Pontevedra que ha sido habitado desde tiempos inmemoriales pues, en el Monte Penide o Monte Mirallo y Ventosela, se han encontrado diferentes restos de dólmenes, petroglifos y grabados rupestres que lo demuestran.
Cerca de Redondela, se encuentra el puente de Rande que une los municipios de Redondela y Moaña. En esta zona, se produjo hace muchos años la conocida como Batalla de Rande. Esta fue una importante batalla naval producida el 23 de octubre de 1702 en el estrecho de Rande. El escenario era el siguiente, los galeones españoles volvían de América a la ría de Vigo cargados con oro, plata y joyas. Dice la leyenda que el buque fue atacado con todos esos tesoros en su interior, pero hay otra leyenda que cuenta que los tesoros ya se habían desembarcado.
Gracias a esta historia, Julio Verne convirtió al Capitán Nemo en el primer cazatesoros de la ría de Vigo pues, desde entonces se han realizado cientos de inmersiones en las aguas de la ría de Vigo en busca de los tesoros.
ES_ GALICIA_Ría de Vigo
Puerto / Fondeo / Playasin datos del puerto
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Redondela
(Pontevedra)
España
Rural
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